El encuentro con María Aguilar se retrasa. Cualquiera podría pensar que a sus 84 años, a punto de los 85, se ha olvidado de la cita con La Vanguardia. Pero la justificación al retraso, una vez explicado, entra dentro de los cánones de compromisos que esta activa mujer mantiene semanalmente.
Lo tiene todo ocupado: lunes, quehaceres de la casa; martes y jueves, las conferencias que la Universitat de Barcelona monta para la gente mayor; miércoles, reunión de la congregación de la que es tesorera... Y el tiempo restante lo invierte en sus tantas amistades que desde hace años mantiene a toda costa. Son su agenda, sus tareas semanales y sus compromisos. Es lo que la mantiene en definitiva en plena actividad. Porque como ella dice, "la soledad se combate con la actividad del día a día". "Llenar las horas da vida", asegura.
María forma parte desde hace 12 años de ese grupo cada vez más amplio de personas mayores que viven solas en Barcelona. Más mujeres que hombres, corrobora ella, que mantienen círculos de amistades integrados básicamente por otras mujeres y donde los hombres son poco más que una anécdota. Ella es soltera y la independencia y la autosuficiencia han sido dos constantes en su vida. Sin embargo, los años no pasan en balde y lo que más le pesa son las largas noches en las que la soledad se hace más patente. "De día me mantengo entretenida y no pienso más que en lo que tengo que hacer. Pero la noche pesa y mucho más cuando sabes que estás sola y que no puedes recurrir a nadie si te pasa algo".
María nunca se ha planteado ir a una residencia. Como muchas personas mayores piensa que su casa es su reino y que no la abandonará hasta que le fallen las fuerzas. "Algunas de mis amistades están en residencias y la verdad es que me deprimo mucho después al ir a visitarlas". Además, busca actividades eruditas que le ayuden a mantener el contacto con el mundo real.
Con la edad la desconfianza crece y la de María no es ni mayor ni menor que la de otros muchos que viven solos. No abrir la puerta a nadie que de antemano no te avise es una premisa que cumple a rajatabla. Tampoco se fía de contratar a nadie para que la ayude con los quehaceres de la casa. "Me iría muy bien tener a alguien, pero con lo que cobro no me llega y tampoco me fío". ¿Cómo encontrar a alguien de total confianza? Es la pregunta que muchos de ellos se hacen a raíz de la multitud de historias que al respecto circulan de boca en boca.
Aunque María es muy consciente de que debido a su edad, tarde o temprano, necesitará atención en algún momento, ella sigue disfrutando de su privilegiada y envidiable independencia.
Fuente: www.lavanguardia.es
Lo tiene todo ocupado: lunes, quehaceres de la casa; martes y jueves, las conferencias que la Universitat de Barcelona monta para la gente mayor; miércoles, reunión de la congregación de la que es tesorera... Y el tiempo restante lo invierte en sus tantas amistades que desde hace años mantiene a toda costa. Son su agenda, sus tareas semanales y sus compromisos. Es lo que la mantiene en definitiva en plena actividad. Porque como ella dice, "la soledad se combate con la actividad del día a día". "Llenar las horas da vida", asegura.
María forma parte desde hace 12 años de ese grupo cada vez más amplio de personas mayores que viven solas en Barcelona. Más mujeres que hombres, corrobora ella, que mantienen círculos de amistades integrados básicamente por otras mujeres y donde los hombres son poco más que una anécdota. Ella es soltera y la independencia y la autosuficiencia han sido dos constantes en su vida. Sin embargo, los años no pasan en balde y lo que más le pesa son las largas noches en las que la soledad se hace más patente. "De día me mantengo entretenida y no pienso más que en lo que tengo que hacer. Pero la noche pesa y mucho más cuando sabes que estás sola y que no puedes recurrir a nadie si te pasa algo".
María nunca se ha planteado ir a una residencia. Como muchas personas mayores piensa que su casa es su reino y que no la abandonará hasta que le fallen las fuerzas. "Algunas de mis amistades están en residencias y la verdad es que me deprimo mucho después al ir a visitarlas". Además, busca actividades eruditas que le ayuden a mantener el contacto con el mundo real.
Con la edad la desconfianza crece y la de María no es ni mayor ni menor que la de otros muchos que viven solos. No abrir la puerta a nadie que de antemano no te avise es una premisa que cumple a rajatabla. Tampoco se fía de contratar a nadie para que la ayude con los quehaceres de la casa. "Me iría muy bien tener a alguien, pero con lo que cobro no me llega y tampoco me fío". ¿Cómo encontrar a alguien de total confianza? Es la pregunta que muchos de ellos se hacen a raíz de la multitud de historias que al respecto circulan de boca en boca.
Aunque María es muy consciente de que debido a su edad, tarde o temprano, necesitará atención en algún momento, ella sigue disfrutando de su privilegiada y envidiable independencia.
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